lunes, 27 de diciembre de 2010

El hombre del boxeo total


Tomado de la publicación Jit.

Veintidós años después de su retito Adolfo Horta Martínez confiesa que aún le asalta la nostalgia por los tiempos en que derrochaba maestría sobre los cuadriláteros.

«Me he adaptado a la condición de entrenador, pero a veces se siente la añoranza», dice el triple monarca mundial y subtitular olímpico, calificado por el colega Rolando Crespo como “el hombre del boxeo total”.

Once veces campeón nacional, también dorado en Copas del Mundo y juegos panamericanos y centroamericanos, fue artífice de las tres distancias y tocó la gloria, pero alberga una gran insatisfacción de la que se declara culpable.

JIT lo abordó en su Camagüey natal, mientras alentaba a los suyos en la final del torneo cubano por equipos, y él accedió al diálogo, que resultó fluido y sincero.

-¿A qué edad llegaste a este deporte?

- Tenía 11 años y pesaba 32 kilos cuando comencé, en 1969, por embullo de los muchachos que ya lo practicaban en el reparto Florat.

- Y te cautivó rápido.

- Seguro. En 1970 ingresé en la academia provincial, después fui dos veces campeón nacional en la categoría de menores, y con 15 años me llamaron a la selección grande.

- En 1978 ganas en Belgrado la corona del orbe en 54 kilos, pero poco después asciendes de categoría.

- Aquel resultó mi primer gran evento y lo disfruté mucho, pero en realidad me costaba trabajo mantener el peso. Por eso subí a los 60 kilos, división en que fui campeón panamericano en los juegos de Puerto Rico en 1979.

- Sin embargo, tampoco era lo óptimo.

- Porque entonces pasaba lo contrario, no llegaba, y ante esa realidad definieron por los 57 kilos.

- Donde ganas el certamen universal de Munich´82.

- Y fui subcampeón olímpico en Muscú´80.

- La gran espina de tu carrera, ¿no?.

- Imagínate. Logré todos los títulos menos ese.

- ¿Cómo recuerdas aquel 1-4 ante el alemán Rudi Fink?.

- Sinceramente fui yo quien perdió. Había sido mi último pesaje, y después ingerí mucho líquido, lo que salió a relucir en el segundo asalto, cuando me puse muy lento. Por eso digo que esa medalla no la ganó, sino que se la regalé, porque a boxeadores mejor que él les gané con facilidad.

- Para colmo, no hubo revancha ni otra Olimpiada para ti.

- Él se retiró y nosotros no estuvimos en Los Ángeles´84.

- Pero sumaste un nuevo reinado mundial, en Reno´86.

- El tercero, en otra división, porque allí combatí en 60 kilos.

- ¿Cuál fue la clave para ejercer tanta jerarquía y lograr una hazaña como esa?

- Vencer al contrario más difícil para cualquier boxeador, que es el entrenamiento. Tener la fuerza de voluntad suficiente para enfrentar cada jornada, además de que dominé bien las tres distancias.

- ¿Quiénes fueron tus oponentes más exigentes en casa?

- Peleé en una época muy dura, y en Cuba enfrenté a hombres difíciles como Jesús Sollet, Raúl Despaigne, Ángel Herrera, José Aguilar, todos de gran calidad y siempre decididos a llevarse la victoria. Era un momento en que las primeras figuras sentían gran presión de quienes le seguían, algo menos visto ahora.

- ¿Qué inclinó la balanza hacia el retiro en 1987?

- Haber perdido esa fuerza de voluntad de que te hablé.

- ¿Y como preparador qué buscas trasladar?

- Sobre todo disciplina, porque en mi época los entrenadores eran vistos como padres, y lo que decían se cumplía sin protestas sobre el ring, algo que no siempre sucede en la actualidad.

- ¿Disfrutas como técnico?

- Trabajo en la academia provincial desde que me retiré. Fue lo que aprendí desde niño, y me he guiado mucho por mi entrenador Honorato Espinosa, que estuvo conmigo durante 14 años en el equipo nacional.

- ¿Alguno de tus hijos se inclinó por este camino?

- Uno, que llegó al CEAR nacional. Después lo abandonó y cuando quiso volver yo mismo le dije que no, porque para hacer papelazos siempre hay tiempo.

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